Es lo que comúnmente se conoce como “el portarse mal” peleas, pataletas, luchas de poder, llanto desmedido, gritar etc, conductas que se sabe que tendrán alguna sanción por otros. Habitualmente como padres cuando ocurren en público nos colocan incómodos y sentimos vergüenza.

Lo niños durante su crecimiento, y bueno los adultos también, requieren nutrir los fundamentos del Yo sano. Uno de ellos es la conexión. Se busca nutrir este fundamento, aunque sea de forma disfuncional. Algunos niños logran conectar consigo mismo y decir de forma explícita lo que quieren, por ejemplo: ¿Me das un abrazo?, ¿me escuchas?, ¿vamos a jugar? Para ellos, el tiempo es sólo presente, por lo que cuando no se logra en ese instante, empiezan a realizar acciones que buscan ese llamado de atención. Carlos González, pediatra español, refiere “El niño cuando hace cosas, para llamar la atención, necesita que le den atención. El peor consejo es: no le hagas caso porque está llamando la atención, es como decir: no lo alimentes porque tiene hambre”.

Entonces ¿cómo podríamos darle atención cuando justo estamos al teléfono, trabajando o con las manos ocupadas? Te sugiero:

Hablarle a su altura.

Hacer contacto visual

Puedes decir: cuando termine de_______, entonces vamos hacer lo que me pides.

Ahora estoy ocupada, ¿cuándo te gustaría hacerlo, después de las clases o después de almorzar?

Evitar el no inmediato, no atender, el decir “SI” como por ejemplo “si te sientas, lo hacemos”, ya que el “si” da posibilidad a la negociación y existen niños muy hábiles para ello.

Puedes observar a tu hijo o hija y lograr encontrar un patrón, ¿cuándo comienzan estos comportamientos inadecuados? ¿Qué los gatillan?

En el caso de mi hija, que actualmente tiene 8 años, era frecuente que llegaba del colegio y cuándo la llamaba almorzar o le recordaba el cambio de ropa, iniciaba una avalancha de llanto y gritos. Al conversar con su profesora, siempre la describían como una niña muy dulce, amable y tierna. Me di cuenta, que no se sentía segura en el colegio para demostrar su enojo, por lo que cada día después del colegio, le preguntaba como estuvo y si sospechaba que algo había ocurrido, esperaba su descarga, le validaba su emoción y la acompañaba. En su caso, era una desconexión consigo misma.